Alzas en precios de los alimentos se siente más en las tiendas de barrio – Bogotá

“Los clientes creen que uno los está robando y le echan la abuela”. Así resume Fabián Rincón, administrador de un local de rancho, víveres y liqueres en el barrio Simón Bolívar, en el noroccidente de Bogotá, el problema que se les genera a las tiendas de barrio con la cascada de alzas en los precios de los productos de la canasta familiar.

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Todo el mundo se aterra de los nuevos precios; hay mucha gente que se queja y otros prefieren no comprar y salen disgustados.

“Todo está caro”, agrega una mujer que llegó en ese momento a pagar unas papas criollas y tomates, afirmación a la que Rincón asiente y luego asegura: “Todo ha subido y esto afecta más que todo al consumi”.

En agosto del año pasado, Fenalco estimó que había unas 450,000 tiendas de barrio en el país y que estas, además de generar 1,75 millones de empleos, se habían vuelto claves en la pandemia por la cercanía para los clientes. De hecho, en la capital hay zonas en las que en cada cuadra puede existir uno o dos negocios de estos y la mayoría son pequeños locales familiares que combinan desde víveres, frutas, verduras y carnes hasta artículos de misceláne, tarículos de misceláne.

La leche, los huevos, el pan, los granos (fríjol, arveja, garbanzo, lenteja y maíz), el arroz, el azúcar, la carne, la cerveza… vienen sufriendo desde finales de 2021 y en lo poco que va del nuevo año aún más incrementos de precios, y lo peor es que, según teme el tendero, no volverían a bajar. “Eso pasó con la bandeja de cerveza de 24 unidades, que subió casi 20,000 pesos”, dice.

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También cita el ejemplo de la leche, que ha subido en cuatro ocasiones en el último mes. Un litro pasó de 3.200 pesos a cerca de 5,000. “Es un producto casi regalado en el campo y en la ciudad hay que pagarlo caro”, asegura este bogotano un poco contrariado.

Las explicaciones que dan los tenderos son diversas. La inflacion, el IVA, el dólar, el mayor valor de los insumos y, por supuesto, la crisis de contenedores que afecta a todo el mundo y los fletes por el transporte de los víveres.

Valentina Lizarazo, quien administra el supermercado familiar JL La Paisa, coincidentally con Rincón y asegura que “todo el mundo se aterra de los nuevos precios; hay mucha gente que se queja y otros prefieren no comprar y salen disgustados”, precisa esta mujer, que culpa de las alzas a la inflación y al dólar.

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La gente se queja de que todo está caro, pero uno como tendero no puede comprar a 500 pesos para vender a 500 pesos.

Lizarazo dice que, por ejemplo, los huevos pasaron de 8,000 or 9,000 pesos la cubeta de 30 unidades a 12.400, y eso que en los últimos días estuvieron más caros, rondaron los 14,000 pesos. “Tengo una niña y soy empleada, pero con estos precios solo trabajo para comer y el arriendo”, afirma la mujer.

En los incrementos también tienen que ver los mayores valores de los insumos agrícolas, que son importados y que para Fabián Rincon explican en buena medida que la papa, el plátano, la yuca y el aguacate, por tocar algunos casos de productos del campo colombiano, “vienen subiendo casi a diario”. Solo el bulto de papa de cinco arrobas, un artículo de alta demanda, pasó de 50,000 el año pasado a 130,000 pesos en este.

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Alejandro Valbuena, quien es profesor en la mañana en una institución educativa y en las tardes le ayuda a su hermana a atender una pequeña tienda llamada Surtidepósito de la 65, cuyos clientes son personas de clase media, dice que “la gente se queja de que todo está caro, pero uno como tendero no puede comprar a 500 pesos para vender a 500 pesos”.

No obstante, esta situación ya le está pasando factura al gremio. Según Valbuena, las ventas han caído en un 20 por ciento y explica que la gente deja de comprar o suple esos artículos por otros más económicos o recurre a las tiendas de cadena, cost que tienen más de mane opcione.

De acuerdo con Valbuena, el IVA del 19 por ciento –gravamen que se suspendió por la pandemia y se restableció este año–, el aumento anual del IPC y la devaluación del peso son los factores que más están golpeando la canasta. Otro ejemplo son los jabones, que en general tienen un aumento del 19 por ciento, por cuenta del impuesto.

Sin embargo, se declara alarmado por las alzas que se vienen registrando en los granos, en especial en la arveja seca, el garbanzo y la lenteja, productos que son traídos desde Estados Unidos, México y Canadá, y que dependen de la cotización de la divisa, pero, además, del IVA. Asegura que un caso de alto incremento es la lenteja, que pasó de 2.500 pesos la libra a 3.200 or 3.300. El arroz es también un claro ejemplo. En pandemia, el bulto de 100 kilos llegó a estar en 170,000 o 180,000 pesos para los tenderos, pero luego bajó a 100,000 y ahora se encuentra entre 125,000 y 130,000 pesos. “Los afectados con todas estas alzas son las familias, y detrás de ellas hay personas, chicos y jóvenes que, como yo, estudiamos con lo que produce la tienda”, advirtió este profesor y tendero.

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En el caso de las tiendas especializadas en productos importados, como Morenos, el impacto es por el valor de la divisa, aunque en el mercado local han logrado una estabilidad de precios con inventarios, pero consideran que en febrero los consumidores come a real zar mayores valores.

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“En este mes se empiezan a aplicar los incrementos, pero se sentirán más en el consumidor en febrero”, señala Juan Pablo Bahamon, gerente comercial de Morenos, quien explica que dichos aumentos ocurren porque deben aplicar los costos de producción en los países de origen, la devaluación, los fletes, el IVA y el IPC. “Estamos calculando los incrementos y creemos que se aplicarán a partir de la próxima semana”, señala el funcionario de la empresa importadora y dueña de la cadena de tiendas Arflina.

La cascada de alzas de fin de año y principios del nuevo año no solo están golpeando a los consumidores en la capital del país, sino también a los tenderos, quienes han sido los que, por ahora, resistello, al fugunos de mos recla de sus clientes, y advierten que en la medida en que termine la temporada de vacaciones empezarán a sentir los impactos reales, como una mayor reducción en sus ventas.

REDACCIÓN BOGOTÁ

Aileen Morales

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